miércoles, 9 de diciembre de 2009

Puente en Normandía y Bretaña



Han sido sólo 3 días para 2 regiones francesas con mucho por ver: Normandía y Bretaña. Era esta mi segunda visita a la zona, y aún queda mucho por conocer y experimentar.

En esta ocasión, situamos la base en Bayeux, en el Hotel Novotel, hotel de estupenda relación calidad precio, ubicado en esta ciudad, de 15.000 habitantes, y que fue capital de la Francia Libre durante alguna semana en junio de 1944.

Se trata Bayeux de una ciudad todo tranquilidad, en la que apenas hay 3 bares en los que tomar una copa después de cenar, famosa sobre todo por la Tapicería de Bayeux, pieza que relata gráficamente la Batalla de Hastings. Muy recomendable un pequeño restaurante, Le Petit Normand, muy próximo a la catedral. Una verdadera lástima la falta de vida nocturna, pues la ubicación de Bayeux es la ideal para desde ahí visitar Normandía y Bretaña.

Y es que es esta una zona que por encima de su tranquilidad ha sido siempre escenario de cruentas luchas y batallas, siendo la más conocida tal vez, por su relevancia histórica el Desembarco de Normandía, que tuvo lugar en las playas normandas en junio de 1944, y alrededor del cual está basado principalmente el turismo de la región, desde Cherbourg hasta Le Havre.

Son decenas las baterías, bunkers, museos, posiciones defensivas, puertos artificiales, etc etc, que se conservan de tan decisivos días, y que sirven para honrar a aquellos que con su valentía permitieron que vivamos en un mundo un poquito mejor. Resulta impresionante ver los cementerios de combatientes que cayeron en aquellos días, con sus miles de tumbas perfectamente alineadas.



La organización de todos estos recursos por parte del gobierno francés es casi perfecta, con una perfecta señalización que facilita mucho el trabajo al turista, aunque como en nuestro caso, vaya sin GPS.

Pero Normandía no sólo es batallas, existen otros sitios llenos de encando como Deauville o Honfleur, además de una rica gastronomía, con sus quesos Livarot, Camembert, Pont l'Eveque, el licor Calvados, la Sidra,...

En lo referente a la Bretaña, no pudo faltar la visita a un siempre sorprendente Monte Saint Michel, uno de los enclaves religiosos más impresionantes que nunca he visto, si no el que más. Además con la suerte de llegar el día en que las visitas son gratuitas.

Además de la visita a Saint-Michel, no pudo faltar el ir a comer al puerto de Cancale, célebre por sus ostras, a precios realmente asequibles, y un paseo por las calles de la ciudad amurallada de Saint-Maló.

En definitiva, un viaje demasiado corto a una región a la que siempre quedan ganas de volver de nuevo. Totalmente recomendable.

0 comentarios: